Mientras atardece silenciosamente, se ven los colores preciosos por el cielo, y por mi cuarto, se reflejan, en mis ojos de color miel, en mi corazón. Me envuelven, me hacen sentir de calor, y de amor. Quiero bañarme en sus rayos deslumbrantes, en sus rayos de oro, que iluminan el cielo, ese cielo que cuando termine de escribir este párrafo dejará de brillar, sin el sol, sin sus brillos eternos, sin su belleza, pero el cielo sigue siendo infinito.
El sol dejó el cielo sin rastro.
Pero su sombra sigue en mí. Más bien sus brillos,
eternamente en mí.