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domingo, 6 de mayo de 2018

MI GRAN ARMADURA

Diría -realmente increíble como se va la gente, como cambia mi vida y las compañías- pero no sería la forma más sincera de empezar una entrada, ya que sinceramente a estas alturas no me sorprenden los grandes cambios constantes en mi vida. Es una mierda, como estoy siempre tensa, sin poderme dar un respiro, preparada en cualquier momento a cualquier cambio que pueda joderme, a cualquier persona que pueda herirme... no hay un solo día que piense -relájate, deja de vigilar tu escudo y coraza un poco-, esa jodida desconfianza nunca desaparece, lo sé, aunque me esfuerce, siempre estaré echando la vista hacia mis lados por si alguien quisiese hacerme daño. Y a ver, siempre hablo como si me encontrase en una situación física, pero es el mejor modo de explicar como funciona mi mente, mis pensamientos...
Estoy perdiendo a gente; gente que dejé entrar en mi vida, pero siempre ha permanecido en mí la idea de que algún día se marcharían de ella, y no digo que no duela, duele durante unos escasos segundos, y al momento me digo a mi misma -tu ley de vida, siempre ha estado ahí esa idea de que tendría que suceder en cualquier momento-. Es así siempre en efecto bucle, la gente viene y va, así hasta que mi corazón deje de latir.
Mi madre dice que no debería de pensar tanto en lo que vendrá, en lo que podría suceder y en lo que no, o como diría yo -dejar fluir las cosas-, pero no puedo, no puedo llegar a confiar en esas personas que están en mi vida, y realmente tampoco me dan un motivo para hacerlo, nunca lo hicieron. Yo no quiero que una conciencia me diga -te lo dije- cuando alguien me ha querido hacer daño, quiero una conciencia que me diga -lo sabíamos-. Y es que ya es todo tan automático... instintivamente freno, me coloco mi coraza y por ella no puede descubrirme nadie, la verdad es que si intentase no colocármela me saldría poco natural; necesito ese impulso, esa fluideza natural, esa seguridad de querer quitármela y dejar que sucedan las cosas por si solas.