Ese momento en el que se cruzaron nuestras miradas, junto con un suspiro mío, hizo que mi mente dijese -ahora todo va a estar bien, no lo dudes-, y así es como sentí un gran alivio, como nunca antes. Esa carga de todos estos últimos años se esfumó y estabilizó mi mente, al igual que una balanza se equilibra cuando pones algo nuevo en ella.
Y es que todo esto, todo tú, es un novedad para mi vida. El poder tocar a alguien con una comodidad absoluta, que tu presencia haga sentirme segura y en casa, el confiar en ti, saber comprenderte porque el nivel de cosas en común llega a extremos enigmáticos.
Porque yo era la típica chica que no necesitaba nada de nadie, y aunque me jode admitirlo, te necesito.